VIAJE A CATALUNYA (TARRAGONA)

Un buen día se nos pasó por la cabeza que debíamos volver a visitar uno de los parques temáticos más emblemáticos de Europa, Port Aventura. Hacía tiempo que habíamos estado y queríamos volver. Por ello, nos pusimos manos a la obra y organizamos un viaje sin mucha dificultad. Lo haríamos en un fin de semana de esos que acoplan el viernes a su lado.
El viernes nos cogimos el coche, sin madrugar demasiado, y tomamos rumbo a tierras catalanas. Tras un largo viaje llegamos a Salou, un poco pasada la hora de comer, buscamos el hotel y fuimos a dar un bocado.
Nos alojamos en el hotel “best Los Ángeles”, un hotel en muy buenas condiciones, limpio y con gente muy amable. El único fallo para mí era que la puerta no tenía pestillo y tuve todas las noches la silla atravesada por la puerta.
Por la tarde dimos un paseo por la playa, el club náutico y las calles de la ciudad. Tuvimos la fortuna de poder admirar un atardecer espléndido, viendo cómo el sol se ocultaba tras las montañas ubicadas junto al horizonte, donde cielo y mar se unen. Ya con las luces artificiales dimos una vuelta por los puestos y tiendas que hay en las calles de Salou, compramos los regalos de rigor y regresamos al hotel. “Mañana será un día duro”, pensamos.

Tras pasar toda una jornada disfrutando del resort, regresamos destrozados al hotel, por lo que cenamos (cena que compramos en un supermercado cercano al hotel) y nos fuimos a descansar ya que aún nos quedaba un día más de gran ajetreo.
El domingo también tuvimos que madrugar bastante. Antes de poner rumbo a casa nos quedaba por visitar Tarragona, la capital de provincia. No había mucho tráfico, así que pronto llegamos a la capital, dejamos el coche en un parking subterráneo bajo el ayuntamiento y nos dispusimos a “patear” la ciudad.
Lo primero que queríamos visitar era el anfiteatro y el Museo de Arte Romano. La entrada a este último era gratis al ser domingo. Personalmente, lo que más me llamó la atención del anfiteatro es que desde su graderío se puede ver el mar y hace una conjunción verdaderamente artística.
Al salir del museo nos dejamos envolver por las calles del casco antiguo, en las que destaca la catedral, rodeada por las murallas y el ayuntamiento.
Entramos al recinto rodeado por las murallas (2€, tarifa reducida) y paseamos un buen rato. Lo más llamativo del recinto eran los cañones, apuntando a las afueras en posición defensiva. Realmente no sé si merece la pena pagar por ello, pero bueno, ahí está.
Tras estar toda la mañana paseando, nos dirigimos a las playas de la ciudad, donde había mucha gente animada ya que el tiempo acompañaba.
Como no podía ser de otra forma, yo debía de ser fiel a mi costumbre de visitar los estadios de fútbol allá donde voy, y, esta vez no podía ser menos, así que, plano en mano localicé el Nou Estadi y fuimos para allá.
Viendo que se hacía tarde tomamos rumbo a casa, pero aún nos quedaba algo de la lista por tachar: el Monasteri de Poblet.
En la carretera nacional entre Tarragona y Lleida nos encontramos el desvío para llegar a Poblet, está muy bien señalizado. Tras tomar el desvío, cruzamos un par de núcleos urbanos y nos introducimos en una carretera de montaña que nos llevó directos al monasterio. Una vez allí, aparcamos en una gran explanada habilitada para ello y fuimos a disfrutar de la construcción declarada como Patrimonio de la Humanidad.
Tras ver el monasterio, definitivamente tomamos rumbo a casa dejando atrás un fin de semana de lo más interesante y agotador.
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