martes, 8 de noviembre de 2011

MOSTAR. El puente hacia la libertad.

A las 9 de la mañana estábamos impacientes en la estación de autobuses de Sarajevo, en media hora saldríamos hacia Mostar, una ciudad que nos apetecía mucho.  Al igual que nosotros había algún turista más esperando con ansia.
El autobús salió puntual y nos llevó por una carreteras que atravesaban pequeños pueblos y ofreciéndonos paisajes muy bellos.
Alrededor de las 11:30 llegamos a la estación de Mostar. Tras bajar del bus y recoger nuestro equipaje, lo primero que hicimos fue comprar los billetes para ir, al día siguiente, a Dubrovnik. Tras salir de las taquillas estudiamos un plano de la ciudad que hay en un panel y comenzamos a caminar en dirección al casco histórico y su famoso puente, en busca de un alojamiento.


Ya en las inmediaciones de la zona más bulliciosa de la ciudad, encontramos un buen hostel y nos quedamos en él. Una habitación correcta, limpia y bien equipada con una mesa, sillas y un  armario, limpio y con unas zonas comunes muy agradables.  A la postre nos daríamos cuenta de que es el hostel más cercano al puente (Stari Most), a pocos pasos. Maravillosa coincidencia que además no se refleja en el precio del hostel.

Dejamos las mochilas, cogimos un plano en la recepción y nos vamos a buscar nuestra primera toma de contacto con la ciudad.

En dos minutos llegamos al Stari Most, un escalofrió recorrió mi cuerpo y las imágenes mil veces vistas de la lucha y del puente desplomándose y cayendo al Nertva pasaron por mi cabeza, cruzándolo estaríamos cruzando un pedacito de la historia.
Lo pasamos con calma, por dos motivos, uno de ellos el respeto que nos merece tal lugar y el otro, la inmensidad de gente que había allí.
Recorrimos las cercanías del puente, hoy llenas de restaurantes y tiendas para los turistas, que ya empiezan a abundar en esta ciudad. Continuamos por la calle Onescukova hasta que termina, partida por el Bulevar, quizá la calle más famosa de Mostar. Una calle que hizo de frontera imaginaria entre bosnios y croatas que tanto se odiaron durante la guerra. Las huellas de los combates aún son visibles en esta calle. Edificios semiderruidos, fachadas acribilladas a balazos, todavía se siente el dolor en esta zona tan castigada.

Recorrimos el Bulevar con calma, imaginándonos lo que debieron sufrir los que aquí vivieron, que tuvieron que abandonar sus casas, casas que tienen balazos hasta en las cocinas, donde se ve el ensañamiento de seres que distan mucho de ser humanos.
Llegamos hasta el extremo oriental de la calle, la Spanski Trg, o plaza de España. En esta plaza, en honor a la nación española que tan buena labor realizó en Bosnia, se encuentra un monumento en recuerdo a los soldados españoles caídos durante su estancia en el país balcánico.

Nos acercamos de nuevo al rio, cruzamos el puente Titov y regresamos a la zona del casco histórico. En nuestra aproximación vimos una curiosa escena en la cual bajo edificios llenos de agujeros de balas se sitúan terrazas de bares, como queriendo ocultar el pasado. Una imagen vale más que mil palabras. 

El estómago nos pedía una parada y no le quisimos hacer esperar más. Entramos en un restaurante muy cercano al Stari Most, con una amplia terraza, el Caffe Konoba Sadrvan. Pedimos una bandeja especial para dos con comida típica del país. Eso con dos coca colas nos salió por algo menos de 21 euros. Muy bien de precio, pues la bandeja era inmensa y eso que yo soy de buen comer. Estaba además exquisita.
 

Tras comer no pedimos un par de helados a modo de postre y nos fuimos debajo del puente, a un espacio junto al rio donde la gente se relaja, se baña o pasea a sus perros. Nosotros optamos por la primera opción, la del relax.

Tras el descanso nos levantamos y fuimos hasta la Mezquita de Koski Mehemed Pacha, obra del XVII. Desde su patio pudimos admirar unas bellas vistas del puente y el barrio antiguo.
    

Tras la mezquita nos salimos un poco de las rutas marcadas y nos pasamos a la calle Marsala Tita (sin duda la más extensa de Mostar), a su zona menos transitada por la gente de fuera. Entramos a un cementerio en el cual las fechas no engañan, 1992, 93, 94 y 95. Gente con apenas 20 años abundaba en este lugar, de nuevo las injusticias de las malditas guerras.

Continuamos por la calle donde a cada paso nos aparecían nuevas ruinas, hasta que llegamos a la altura del Lucki Most y lo cruzamos para volver al Bulevar.
Comenzamos a recorrer de nuevo el Bulevar pero esta vez nos desviamos para ver la Catedral Católica, construida en 1866 y reconstruida tras la guerra.
Volvimos al Bulevar pero enseguida nos salimos para adentrarnos entre calles por donde no pasan habitualmente los turistas, a no ser que se pierdan, y así tratar de ver un poco más la esencia de esta ciudad.
  

Ya solo quedaba dejar pasar lo poco que quedaba de tarde. Volvimos a cenar al lugar donde comimos, pidiendo esta vez algo más ligerito. Hicimos alguna compra y regresamos al hostel a descansar de un día muy interesante en la ciudad bosnia. Al día siguiente madrugaríamos para tomar el bus que nos dejaría en Dubrovnik, nuestro último punto en este recorrido por los Balcanes.



imagenes de Mostar


Ruinas del Bulevar de Mostar

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