La capital eslovaca es la gran olvidada de la cuenca del Danubio, si bien esta muy lejos del interés
suscitado por ciudades como Viena o Budapest, bien merece una visita.
Además precisamente la cercanía a estas dos grandes ciudades
facilita sobremanera el poder dedicarle un día.
Sobre las diez de la mañana estábamos
en Bratislava. A partir de ese momento íbamos a recorrer la ciudad a
píe, pues las distancias son cortas y es la mejor manera de
disfrutar de los lugares siempre que se pueda.
En este punto buscamos la calle
Postová, una calle peatonal por la que camina mucha gente. Al final
de esta calle nos topamos con el Mercado Municipal, sin nada
reseñable. El objetivo principal de haber tomado este calle no era
otro que acércanos a la Iglesia de Santa isabel. Un templo claro
ejemplo de art nouveau. Más conocida como la “iglesia azul”
porque precisamente esta pintada de dicho color, el azul, siendo así
una de las iglesias más llamativas del mundo. Junto a ella se
encuentra la escuela primaria, un edificio del mismo estilo que la
iglesia, este pintado de amarillo y blanco, y diseñado por el mismo
arquitecto, el húngaro Edmund Lechner. Si bien estos dos edificios
destacan por si solos, su ubicación entre varios edificios de época
comunista, caracterizados por su fealdad y frialdad, los hace más
llamativos si cabe.
Una vez vista esa zona de la ciudad,
nos acercamos al centro histórico. Entramos en el por la parte
trasera del Teatro Nacional y cuando nos pusimos frente a su fachada
principal nos percatamos de que la ciudad estaba sumida en algún
tipo de celebración, pues había varios escenarios musicales y
grupos probando para lo que serían los conciertos al caer la noche.
El teatro esta situado en un extremo
del paseo Hviezdoslavovo, un espacio muy agradable que dejaríamos
para más adelante. Decidimos introducirnos de lleno en el centro y
que mejor manera que llegando al punto neuralgico de la urbe, la
Plaza Hlavné Námestié. Es una bella plaza, a la par que sencilla
como es el carácter eslovaco. En ella se pueden admirar coquetos
edificios junto al viejo ayuntamiento o varias embajadas. Ahí nos
encontramos con un visitante de excepción que llama la atención de
quienes pasan por allí, no es otro que Napoleón Bonaparte, al que
encontramos apoyado en un banco observando la belleza del lugar. ¿Qué
estaría tramando “Le petit cabrón”?
Regresamos al paseo Hviezdoslavovo
paseando tranquilamente por la calles del corazón de Bratislava.
Era ya buena hora para comer y nos
acercamos a un restaurante de comida rápida que vimos cerca del
teatro nacional, no queríamos perder mucho tiempo así que nos
decantamos por esa opción. Un detalle que tuvieron fue que a todos
los que allí comíamos, fuese cual fuese el menú, nos regalaron una
botella de agua fría para paliar el calor sofocante que de nuevo nos
acompañaba (aunque nada tan bestial como el día anterior).
Tras reponer fuerzas recorrimos el
paseo hasta su otro extremo, disfrutando de su belleza habitual y de
una exposición de fotos que había de manera temporal en la misma
calle. Llegamos a ese extremo que en verdad es el comienzo del paseo,
aunque para nosotros era el final. Allí se encuentra la Columna de
la Peste. Una escultura en honor de la virgen que protegía a las
gentes de la ciudad del terrible brote de esta enfermedad que asolo
centroeuropa en la Edad Media.
Cerca esta la Catedral de San Martín,
que de catedral tiene el nombre y poco más. Cruzamos la carretera por un paso bajo ella y nos disponemos a subir al castillo. Lo
hacemos con calma porque el calor aprieta y, la verdad, tampoco
tenemos demasiada prisa.
Dábamos por finalizada nuestra visita
a Bratislava, una ciudad que sin ser una de las más bonitas o más
llamativas de Europa bien se merecía que le dedicáramos alguna vez
en la vida esta visita.
Nos desplazamos de nuevo hasta la
estación de tren y tomamos uno de los varios trenes que unen
Bratislava con Budapest a lo largo del día.
A las siete de la tarde estábamos de
nuevo en la capital húngara.
2 comentarios:
Qué detalle lo de la botella de agua en el restaurante de comida rápida, jejejeje. Se agradece!!! Bratislava tiene muy buena pinta así que me la apunto en mi lista interminable de lugares a visitar!!! Un abrazo. ;-)
La verdad es que fue un detalle que nos vino de cine.
Bratislava merece la pena si andas cerca, en ciudades como Budapest o Viena.
Publicar un comentario