jueves, 6 de diciembre de 2012

POST 100!!! El Coliseo de Roma


Para celebrar el post número 100 del blog he querido escribir sobre un lugar especial, algún sitio que me haya dicho algo más que el resto, ese elemento que me haya transmitido sensaciones diferentes y, sin duda, ese fue el Coliseo de Roma. 
Un lugar que quise visitar desde niño debido a mi pasión por el Imperio romano y todo lo que tiene que ver con él. El Coliseo, creo yo, muestra toda la grandeza de la Roma clásica y las enormes expectativas que tenía no se vieron truncadas al encontrarme a los pies del majestuoso edificio.


COLISEO DE ROMA

El Coliseo fue construido por los tres emperadores flavios, de ahí su nombre; Anfiteatro Flavio, aunque se le conoce como Coliseo por una estatua colosal de Nerón que se encontraba entre el propio anfiteatro y el templo de Venus y Roma en el Foro.

La construcción del Anfiteatro respondía a la necesidad del nuevo emperador, Vespasiano, de alabar su imagen pública, pues no descendía de familia noble como era habitual en los regidores romanos.
Para ello drenó el lago artificial de la Domus Aurea, perteneciente al extravagante Nerón. Ese fue su primer acierto, pues devolvía un espacio robado por Nerón al pueblo.


No fue tarea fácil levantar tal mole y Vespasiano, su gran percusor falleció antes de verlo completado, aunque poco le faltaba. En el año 80 d. C. Su hijo Tito lo inauguró celebrando suntuosos festejos que duraron 100 días e involucraron a toda Roma.

El anfiteatro se convirtió en el más grande del imperio romano, no obstante era ilógico que no fuese así, la mayor grandeza de Roma se debía demostrar en Roma y que hubiese alguno más grande fuera de la capital era poco menos que una ofensa. Sus 189 metros de longitud, 156 de ancho y 48 de altura así lo constataban.

Construido con traventino (material del que se estima se extrajeron 100.000 m³ de canteras cercanas) su fachada exterior es articulada en cuatro ordenes, que no se corresponden con las separaciones interiores. Los primeros ordenes son formados por 80 arcos y, siguiendo el canon clásico, cuenta con columnas toscanas en el primero, jónicas en el segundo y corintias en el tercero. El ultimo orden es formado por una pared ciega con ventanas cada dos vanos.
Entre los arcos de los primeros niveles se encontraban estatuas dedicadas a dioses y emperadores.

Se dice que en su origen podía albergar entre 50.000 y 90.000 personas repartidas en sus tres graderías o “cavea”. Los asistentes se situaban según su estatus social, así las gradas estaban divididas en sectores según la proximidad a la arena.
En el primer sector o “podium” se sentaba la familia imperial, para quienes existía una tribuna especial. En el mismo nivel se situaban los senadores, magistrados y las vestales.
En los sectores superiores “maenianum”, se ubicaban los aristócratas, ciudadanos ricos y gentes de otros oficios como soldados o caballeros.
El ultimo sector, de menor calidad (Construido en madera) era el destinado a mujeres, esclavos y pobres.

 

Pero la técnica empleada en el Coliseo no quedaba en su gradería; contaba con una estructura móvil de madera y telas,”velarium”, que manejada por soldados de la marina, cubría el techo y protegía a los espectadores del sol, la lluvia o el frío. En la parte superior de la fachada se encontraban 250 mástiles que soportaban los cables de la estructura con la ayuda de las cuerdas que se anclaban en el suelo.

El suelo del anfiteatro era de madera (hoy desaparecido) y se cubría con arena para que absorbiera la sangre y el insoportable hedor de animales y gladiadores. Bajo la madera se construyeron una serie de pasillos, túneles y corredores que contaban con varios usos.
En el subsuelo esperaban su turno fieras y gladiadores, también se guardaban elementos para realizar escenografías, se encarcelaba a los condenados que serían ajusticiados en el lugar y existía un pasadizo, conocido como “Pasaje de Comodo” que conectaba con la Cavea y lo empelaban las grandes personalidades para evitar las aglomeraciones y agobios de las entradas habituales.

 

Otro pasadizo conectaba el subsuelo del Coliseo con el “Ludus Magnus”, la mayor escuela de gladiadores.
Estos gladiadores y las fieras que iban a luchar accedían a la arena mediante unos montacargas que ascendían gracias a cuerdas y poleas.





AVE, IMPERATOR, MORITURI TE SALUTANT

Así comenzaban los juegos en el Coliseo, se realizaba un desfile y los gladiadores se colocaban frente a las autoridades recitando la celebre frase “Ave César, los que van a morir te saludan”.


Los juegos inaugurales, sufragados por Tito duraron 100 días y fueron gloriosos. No solo contaron con las habituales luchas de gladiadores y fieras, sino que también se recrearon batallas de la historia del imperio, incluso se inundó el suelo para escenificar batallas navales. Se trajeron aún más especies animales de las habituales y las ejecuciones de condenados fueron aún más tétricas de los normal.
El día inaugural tuvo lugar la lucha entre Vero y Prisco, los dos gladiadores más famosos del momento y que alcanzó la épica. La impresionante lucha entre estos dos hombres, amigo a la vez, fue tan cautivadora que ambos fueron declarados victoriosos y recibieron la libertad por parte del emperador.

Los espectáculos del Anfiteatro eran gratuitos y sufragados por personas ricas del Imperio que lo empleaban para crearse una buena imagen pública, evidentemente para fines propios, como por ejemplo hacer carrera en la política, enmendar una mala acción realizada o acercarse a las familias influyentes de Roma, pero otras veces, las menos, eran simplemente celebraciones de victorias en la guerra o nuevas conquistas.

 

Tenían un orden reglado, por la mañana se realizaban “venationes”,combates entre fieras, cacerías escenificadas o demostraciones con animales domesticados.
Al mediodía se realizaban las ejecuciones. Se podían hacer de manera simple con un verdugo o las llamadas “damnatio ad bestias”, que eran ejecuciones en las que las victimas eran devoradas por fieras. En ocasiones se realizaban para escenificar mitos y leyendas, pero otras simplemente eran para propinar mayor castigo a los criminales.
Por la tarde tenían lugar los acontecimientos más esperados de los juegos, los combates de gladiadores o “munera” como se le llamaba.
Estas luchas contaban con gran complejidad, pues ni todas eran iguales ni todos los luchadores eran iguales. Podían ser uno contra uno, en grupos diferenciados, todos contra todos, etc
Los gladiadores también tenían su estatus, según su condición, palmares o procedencia. Entre ellos había prisioneros de guerra, condenados y esclavos que pertenecían a un empresario, pero también hubo ciudadanos libres que buscaban fama y dinero.

Los combates, en contra de lo que se piensa, rara vez eran a muerte, pues el fallecimiento de uno de ellos conllevaba una perdida económica para los empresarios. Llegaba un punto de la pelea en que uno de los luchadores se imponía y en ese momento debía solicitar la orden de quien presidia los juegos; si este alzaba el dedo el perdedor viviría, si lo bajaba moriría. Muchas veces el encargado de dictar sentencia se hacia de rogar unos instantes y escucha la voluntad del pueblo, quien con sus gritos pedía la vida o la muerte.

El emperador podía decidir a su antojo el destino de un gladiador y entregar la corona de laurel y la espada de madera que significaba la libertad del luchador.
Los buenos gladiadores alcanzaban gran fama y sus nombres recorrían los confines del Imperio, siendo deseados y aclamados por el gran público.

 

Con el paso de los siglos el Imperio romano se fue diluyendo y con el sus tradiciones. Los juegos fueron mermando, siendo en el siglo V los últimos celebrados en el Coliseo de Roma.
Se le dieron diferentes usos, pero jamas recupero su gran gloria. Recibió golpes como el de 1349, cuando un terremoto derrumbó parte de su estructura, sin embargo no fue ese su mayor enemigo, sino que fue el hombre, aquel que catorce siglos antes lo encumbró, comenzó a destruirlo. Fue empelado como cantera para construir nuevos edificios en la ciudad.
Esta escabechina se detuvo cuando el papa Benedicto XV lo declaró como lugar sagrado por el derramamiento de sangre cristiana que se dice allí tuvo lugar. Aunque no hay datos que la verifiquen, parece ser que durante la persecución a la que fueron sometidos los cristianos en la Antigua Roma, se les llevo al Coliseo para ser masacrados. De esta manera quienes allí fueron brutalmente asesinados fueron también los que salvaron la destrucción del lugar.


Desde el siglo XIX se celebra la ceremonia del Vía Crucis dirigida por el propio papa.



Hoy en día el Coliseo es una de los símbolos, no solo de Roma o Italia, sino del mundo entero. En 1980 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y en 2007 como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno.



El Coliseo o Anfiteatro Flavio nos remonta a una espectacular época de la que aún guardamos muchas costumbres sin darnos cuenta. Aquel Imperio sentó las bases de actividades y actitudes que tenemos hoy en día. Nos dejó un gran legado en temas que abarcan desde la política o el derecho hasta la arquitectura o la literatura. Es un lugar que merece un instante de nuestras vidas en el que no es necesario decir nada, solo admirar y recapacitar.

2 comentarios:

Victor dijo...

Yo se que el día que lo vea me emocionaré. Estos monumentos tan emblemáticos es lo que tiene... aunque no se si será por eso o porque siempre he querido ir a Roma y entre unas cosas y otras, al final no he podido ir. He visto algunos colieos que dicen ser los mejores conservados junto al romano como el de jem en Tunez o el de Pula... A ver cuando le toca el turno a este...

Un abrazo!

Mikel Goiko dijo...

Es un gran lugar.
El estado de conservación no es tan bueno como el de El Djem (aunque este último esta muy reconstruido) pero la historia y la grandeza del lugar merece mucho la pena.

Además ya sabes que Roma tiene mucho para ver.

Un abrazo