lunes, 15 de septiembre de 2008

EXTREMADURA. ROMANA Y MEDIEVAL. Por tierras de España I

Si algo tiene Extremadura que destaca es su diversidad. En ella puedes encontrar increíbles paisajes naturales, ruinas romanas excepcionalmente conservadas, unos de los mejores cascos medievales existentes y la hospitalidad de sus gentes.

Por puro orden cronológico histórico, es de recibo comenzar por Mérida o Emérita Augusta como se llamaba en tiempos del Imperio Romano.

Mérida era la capital de la provincia Lusitania, una de las existentes en Hispania, y hoy es capital de la Comunidad autónoma de Extremadura.
Fue Augusto quien en el año 25 a.C. ordenó fundar la ciudad para los veteranos, eméritos, de guerra que habían luchado en Hispania. De ahí su nombre.






Los monumentos por excelencia de Mérida son su teatro y su Anfiteatro y, como no, por allí decidí iniciar mi visita. Comprando la entrada conjunta que ofrece el consorcio de Mérida me asegure el acceso a todos los monumentos romanos, visitables en su interior, por un módico precio.
El Teatro aún hoy alberga representaciones de teatro clásico en un gran festival que se desarrolla en verano. Fue construido alrededor del año 15 a.C y sufragado por Marco Agripa, el mismo que figura en las inscripciones del Panteón de Roma.
Su graderío era capaz de albergar unas 6000 personas, y, frente a el, el espectacular escenario. Formado por dos cuerpos de columnas y cornisas de mármol, decorado con estatuas y esculturas entre ellas.

Junto al Teatro se encuentra otro edificio dedicado al entretenimiento de los romanos, el Anfiteatro.
Su inauguración data del año 8 a.C y en el se celebraban las míticas luchas de gladiadores y entre estos y animales. Se conserva bastante bien su estructura y se pueden apreciar su graderío.

Al lado opuesto del Anfiteatro se haya la Casa del Anfiteatro. En su interior podremos apreciar el suelo de dos casas romanas, con sus mosaicos y sus divisiones. Se encuentra además los restos de un mausoleo, un tramo de muralla y otro de conducción de agua del Acueducto de San Lázaro.

Frente a la entrada de estos magníficos monumentos se encuentra el Museo Nacional de Arte Romano, que bien merece una pequeña visita. En el se encuentran expuestos todos aquellos objetos encontrados en las excavaciones, así como maravillas estatuas y mosaicos que hace 2000 años adornaban las ciudad y las casas.

Tras empaparnos de la cultura romana en estos lugares nos dirigimos en agradable paseo por las calles emeritenses a contemplar otros monumentos “menores”, pero de gran interés. Así, de camino al puente romano sobre el rió Guadiana, nos topamos con el templo de Diana y el foro municipal.

Al fin llegamos al puente romano, junto al cual se sitúa la Alcazaba Árabe y el conjunto arqueológico de moreria.
Desde este punto nos desplazamos hacía la casa del Mitreo y el área funeraria de Columbarios. En esta área se hallan restos funerarios de al menos dos familias bien diferenciados sus mausoleos.
En este mismo lugar se encuentran los restos arqueológicos de una gran casa romana situada extramuros de la ciudad.

Visto esto tan solo nos queda rendir cuentas ante otro de los edificios para el entretenimiento de los ciudadanos romanos que, como no, también disponía la ciudad de Emérita. Se trata del circo romano. En el se celebraban las carreras de carros. La arena ocupa una amplia porción de terreno y aún es posible apreciar la estructura del graderío.

Cerca se halla el acueducto de los Milagros, denominado así porque parece un milagro que aún se tenga en pie.

Con esto damos por concluida la vista al conjunto romano de Mérida.

El siguiente día lo iba a pasar en Cáceres, para visitar la Ciudad vieja, declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se trata del casco urbano mejor conservado y con mayor unidad del conjunto histórico de España. Cáceres esta situado en un lugar importante de paso, no obstante es uno de los municipios romanos de la Ruta de la Plata y de ahí que siempre halla tenido gran importancia.

Para acceder a este punto de la ciudad debemos presentarnos en la Plaza Mayor y pasar bajo el Arco de la Estrella, junto al cual se sitúa la Torre de Bujanco.
Ya en el interior de la ciudad amurallada nos sentimos como trasladados a otro tiempo, a otra época esplendorosa de la historia española; podemos dejar volar nuestra imaginación y jugar en nuestra cabeza a ser caballeros del S.XV, príncipes y princesas o parte de la tan nombrada aristocracia española.
Volviendo a nuestro ser lo primero que advertimos al pasar bajo el arco es la Concatedral, de bella factura y en cuyo interior destaca, sobre todo como curiosidad, un cristo crucificado negro, datado de la época romana.
Inmiscuyéndonos en sus calles nos toparemos a diestro y siniestro con palacio señoriales y casas medievales, hoy muchas reconvertidas en museos. Por ejemplo paseamos entre el Palacio del Mayorazgo, el de Ovando, las casas de los Golfines de Abajo y de arriba, etc, etc.

En Cáceres lo ideal es pasear sin prisa y disfrutar de todos los rincones que nos ofrece esta hermosa ciudad.


Visitadas quedan las dos ciudades patrimonio de la Humanidad, las dos grandes ciudades históricas de Extremadura (con respeto hacía Badajoz).
Aún nos queda que visitar en Extremadura, pero esta vez el tiempo no daba para más. En la agenda de los viajes queda pendiente la vuelta a esta magnifica tierra. Ahora debemos abandonar las tierras extremeñas, contemplando a nuestra marcha un gran paisaje. Y como dijo el grandísimo Antonio Machado:

Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
—no fue por estos campos el bíblico jardín—:
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.

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