Este capitulo de “De pueblo en pueblo” será un cuatro en
uno, una recopilación de cuatro localidades situadas en el occidente cántabro y
cercanas entre sí que merecen mucho la pena.
BARCENA MAYOR – SAN VICENTE DE LA BARQUERA – COMILLAS –
SANTILLANA DEL MAR
BARCENA MAYOR
Si hubiese alguna lista de los pueblos más bellos o
encantadores de España, ninguno tendría más derecho a estar en esa lista que
Barcena Mayor.
Esta pequeña localidad, de apenas ochenta habitantes, se
encuentra enclavada en la Reserva natural del Saja-Besaya, dentro de la cual es
el único núcleo poblado.
Barcena ha sabido conservar su fisionomía medieval y
montañesa (si bien ha sufrido un proceso de restauración, tanto es sus casas
como en sus infraestructuras) y ello le ha valido la designación, en 1979, como
Conjunto Histórico Artístico.
La carretera que une Cabuérniga con Barcena es el mejor preludio para lo que
nos espera. Nos sentimos como profanando la tranquilidad de los bosques y las
especies que habitan en ellos (eso sí vamos fuera de temporada alta). Pronto
llegamos a Barcena. Debemos dejar el vehículo en el aparcamiento disuasorio que
hay a la entrada, pues el casco urbano de la localidad es peatonal, y
adentrarnos en el empedrado a píe, por una camino acondicionado que nos lleva
desde el parking hasta el comienzo del propio casco.
La paz y la tranquilidad ya se dejan notar, cuando vemos las
primeras casas, esa primera impresión marca el resto del camino. Viviendas de
mampostería, con sus balconadas de madera y sus cuadras en la planta baja (hoy
reconvertidas en garajes por norma general) al más puro estilo montañés, fiel
reflejo de las poblaciones cántabras de la Edad Media; el caserío de Barcena
nos lleva al pasado, nos muestra la vida de una población especialmente
ganadera y agrícola.
Dicen que en 1517 el Rey Carlos I pasó por Barcena Mayor.
Era su primer viaje a su nuevo reino, pues venía a coronarse rey en Valladolid.
Había desembarcado en las costas de Cantábrico (aunque su intención era hacerlo
en Santander, el mal tiempo obligo a la expedición a hacerlo en Villaviciosa,
Asturias) y tras pasar varios días
enfermo en San Vicente de la Barquera retomo camino hacia Castilla. Buscaba
pernoctar en la zona de Barcena pero debido a la ingente cantidad de pulgas y
otros bichos indeseables continuó camino hasta hacer noche cerca de Reinosa.
Bien pudiera ser cierta dicha anécdota, pues esta era una
ruta muy empleada en la época por las gentes que acudían a repoblar la
inhóspita Castilla de XVI.
No pretendemos encontrar en Barcena grandes monumentos o
edificios destacados sobre los demás, eso es algo que a priori puede parecer
negativo, pero nada más lejos de la realidad, eso es lo que hace destacar a
Barcena Mayor, su continuidad en las construcciones, en las viviendas, la
humildad de su iglesia de Santa María o la robustez de su puente sobre el río
Adaja.
Me vienen a la memoria unos versos que el gran Labordeta
recito cuando, en 1999 y con motivo de su programa “un país en la mochila”,
visito la localidad de Barcena Mayor.
Y tú en la soledad del silencio del eco de tus pasos
admirando todo
este esfuerzo recuperador
recuperado quizás con prepotencia
pero muy bello al
fin y al cabo
Nos desplazamos de la reserva natural del Saja-Besaya, en la
montaña cántabra, al Parque Natural de Oyambre, en las costas del Cantábrico.
Porque San Vicente de la Barquera se encuentra ubicado dentro de dicho parque
natural.
Esta villa, tradicionalmente marinera, tiene mucha historia
en sus paredes.
Durante la Edad Media la localidad se disponía en torno
al Castillo del Rey, dispersándose el caserío por la Puebla Vieja, hasta su
puerto, principal estructura económica de San Vicente. En 1210, el rey Alfonso
VIII le otorgó fuero y se convirtió así en villa, despuntando sobre otras
aldeas de la zona y tomando un gran auge para la época.
Un momento importante para la villa fue la visita del
futuro monarca español, Carlos I, cuando iba de camino a Castilla para ser
coronado, en la villa enfermó y tuvo que pasar varias noches en el convento de
San Luis hasta que se repuso. Aún hoy en día recuerdan aquel momento con
orgullo los vecinos de San Vicente de la Barquera.
San Vicente cuenta con un puñado de atractivos
patrimoniales que bien merece la pena dedicarle unas horas a su contemplación.
Además del ya mencionado Castillo del Rey, del siglo XIII, y la Puebla Vieja,
casco antiguo de la villa, no podemos dejar de visitar el Palacio de la familia
Corro, mandado construir por el inquisidor Antonio del Corro en el siglo XVI y
que hoy es el edificio del ayuntamiento, la iglesia de Santa María de los Ángeles,
en lo alto de la ciudad y construida entre los siglos XIII y XVI o el Puente de
la Maza, más alejado del centro urbano, construido en el siglo XV sobre uno
anterior de madera. En su época fue uno de los puentes más grandes del reino de
Castilla.
Pero el patrimonio de San Vicente de la Barquera no es
solo arquitectónico, sino también natural, y este ultimo de gran importancia.
Ya hemos mencionado que la villa se encuentra enclavada
en el Parque Natural de Oyambre. Este parque es un espacio protegido, donde
destacan las hermosas playas, pero también las dunas o acantilados de las
costas del mar Cantábrico, así como el estuario de la Ría de San Vicente.
Comillas, podríamos afirmar que es una más de las muchas
localidades pesqueras de Cantabria, pero sin duda estaríamos faltando a la
verdad, no por falsa pero si por incompleta.
Antes del siglo XIX Comillas era afamada por sus
magníficos balleneros, siendo este uno de los últimos enclaves de la pesca de
ballenas en el cantábrico.
Ya en el XIX comenzó el auge de Comillas, gracias a los
vecinos que regresaban a casa tras “hacer las américas”, enriquecidos y
dispuestos a engalanar la localidad. Un hombre destaco en esta faceta, Antonio
López López, a la postre primer Marques de Comillas. El marques con su gran influencia logra que,
a finales de siglo, el rey Alfonso XII veranee en el municipio, lo que aparte
de su importancia, atrajo a grandes personalidades a la cercanía de la realeza,
construyéndose en Comillas grandes casonas palaciegas. De estos años es el
Palacio y finca de Sobrellano, propiedad del Marques de Comillas.
También de estos años es el edificio conocido como el
“Capricho de Gaudí”. Máximo Díaz de Quijano, concuñado del Marques, lo mando
construir para disponer él también de una residencia de veraneo en el
municipio. El edificio fue diseñado por el gran arquitecto catalán Antoni Gaudí.
Ya por deseo del segundo Marques de Comillas, Claudio
López, hijo del primer Marques, se construye la Universidad y la convierte en
Pontificia.
Dejándonos ya de nombres, datos y fechas, nos dejamos
llevar por las calles del casco histórico de Comillas, donde retrocedemos aún
más en el tiempo. Pasamos por los lugares donde se hace la vida en Comillas; la
plaza del Corro, la iglesia de San Cristóbal o el ayuntamiento.
Es curioso ver como en esta localidad se mezclan los
estilos arquitectónicos y como una época esplendorosa trata de arrebatar protagonismo
a otra, con dispares resultados y creando conjunciones que seguro nadie habría
imaginado hace unos cientos de años.
SANTILLANA DEL MAR
Santillana del Mar es uno de los centros turísticos más
importantes de Cantabria. Es por ello que visitarla en temporada alta puede ser
un suplicio y corremos el riesgo de no disfrutar de lo que verdaderamente nos
puede ofrecer.
Su fisionomía nos facilita mucho la visita, pues tan solo
hemos de dejarnos llevar por sus calles, en busca de sus dos plazas; la de
Ramón Pelayo y la de Las Arenas. Pero las calles de Santillana no son de
transito, son de contemplación. No podemos pasar por ellas sin detenernos en
sus casas, en su empedrado, en el olor de sus tiendas con productos típicos,
sus palacetes y sus torres medievales.
En la plaza de Ramón Pelayo se encuentra el ayuntamiento, la
torre de Don Borja (fundación de Santillana) y la casona de los Barreda –
Bracho, (hoy Parador Nacional).
En la plaza de Las Arenas esta la Colegiata de Santa
Juliana, templo del siglo XII en el que se dice descansan los restos de Santa
Juliana de Nicomedia.
Además del espectacular conjunto urbano, Santillana del Mar
tiene otro atractivo de gran valor. La Cueva de Altamira. Un referente del arte
rupestre paleolítico. La cueva fue descubierta de forma casual en 1868, cuando
el dueño de la finca en la que esta ubicada se adentro en la cavidad en busca
de un perro extraviado. Sin embargo no le dio importancia al hallazgo de una
cueva. Unos años después, en 1879, Marcelino Sanz de Sautuola indago más en el
asunto y, también de forma fortuita, mediante su hija, de tan solo ocho años,
que se interno más en la cueva y llamo la atención de su padre al ver unas
pinturas en el techo, descubrió la verdadera importancia del lugar. En
principio los expertos dudaban de la veracidad del hallazgo, pero más tarde se
autentifico su originalidad.
La cueva fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985 y
desde 2002 no se puede visitar, ofreciéndonos el Museo de Altamira un centro de
interpretación y una replica fidedigna de la cueva original.
2 comentarios:
Hola Mikel,
Cantabria, tiene unos pueblos con mucho encanto, Santillana, Comillas, San Vicente...y además con la ventaja de que nos quedan bastante cerca de casa.
Un abrazo.
La verdad que si, Cantabria tiene bastantes de esos pueblos pequeñitos que son muy bonitos y dignos de visitar. Y a los que nos pilla cerca, en un día se puede aprovechar a ver mucho.
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