“La bien cercada”, así la bautizo
Fernando I, y no pudo hacerlo de mejor manera, pues muchos han sido
quienes la han codiciado y los que la consiguieron trataron de
defenderla por todos los medios.
La ciudad sufrió años de olvido y
quedo sumida en una gran decadencia, esa amargura vivida por los
zamoranos de los siglos XIII y posteriores es lo que da esencia a la
Zamora de hoy en día, esa que no supo o no pudo avanzar en el tiempo
y que nos permite disfrutar de su trazado medieval y de sus edificios
románicos tal como eran, porque en Zamora, lo que se ve, es lo que
hubo.
Zamora fue durante años frontera entre
religiones, sus muros orientados al sur, con la inestimable ayuda del
río Duero que actuaba a modo de foso natural, fueron la linea que
separaba a musulmanes y a cristianos.