En la costa bizkaina, en territorio de
Gorliz un solitario faro guía los devenires de marinos que se
acercan a estas aguas. Un faro agarrado a los acantilados del Cabo
Billano.
Acceder al faro es tarea sencilla. La
mayoría de personas lo hacen por la carretera asfaltada que lleva
directamente hasta él, pero hay una ruta alternativa mucho más
atractiva que nos hace pasar al borde de los acantilados, entre las
ruinas del viejo fortín de Azkorriaga y apreciando pinos, encinas o
madroños. Además las vistas de la bahía y la Ría de Plentzia son
incomparables.
No solo tiene importancia por su
belleza paisajistica sino que goza, ademas de una situación
estratégica. Esa ubicación no pasó desapercibida para los
encargados de defender estas tierra en diferentes épocas.
En el siglo XVIII se levantó el
fuerte de Azkorraga para defender la bahía contra los ingleses y,
donde desde 1990 se sitúa el faro, se dispusieron varias baterías,
puntos de vigilancia y cañones para responder ante un ataque Aliado
que nunca llegó.
La ruta que realizaremos tiene poco más de 6 kilómetros y dos horas la podemos acometer, aunque si bien eso depende del tiempo que nos detengamos a disfrutar de las vistas.
Desde el extremo este de la playa de
Astondo, en la parte trasera del txiringuito y junto al nuevo paseo,
parten unas escaleras acompañadas de una barandilla de madera (que
nos acompañará en la parte inicial del camino). Llegaremos a un
sendero y seguimos el camino de la izquierda, hacia el mar, cogiendo
altura poco a poco. Pronto nos toparemos con la primera bifurcación;
un camino más o menos llano a la izquierda y unas escaleras que
suben por la parte derecha, escaleras que debemos seguir. Continuamos
ascendiendo entre poblada vegetación y pronto vamos pasando por
diferentes miradores. En cada uno de ellos gozamos de vistas que
mejoran según ascendemos.
En este tramo descubriremos lugares
desconocidos que solo son accesibles por mar . Si no supiésemos
donde estamos nos podríamos creer perfectamente que estas aguas
pertenecen al mismísimo Adriático o al Egeo.
En uno de los miradores se ha colocado
un panel explicativo que ayudará a comprender todo lo que estamos
viendo, no obstante no es poco lo que nuestra vista alcanzará a
contemplar en estos lugares, desde Gorliz, Barrika, Santurtzi,
Zierbana y llegando hasta tierras cántabras.
Cuando llevemos andado algo más de un
kilómetro llegaremos a un merendero. Mesas, bancos y barbacoas y lo
que un día fue una fuente. Sin embargo no es tiempo de detenerse a
descansar. A la izquierda, hacia el mar, apreciamos las ruinas de lo
que fue el fuerte de Azkorriaga, baluarte defensivo que protegía la
bahía de Gorliz con la ayuda del fuerte de La Galea o Castillo del
Príncipe, en Getxo.
Visto el fuerte hemos de volver al
merendero y seguimos la senda que va junto a la alambrada que separa
los pastos del camino. Por momentos nos introducimos en verdaderos
“túneles” vegetales que nos envolverán. Al salir de uno de
ellos aparecerá a nuestras miradas el inmaculado vigía que con su
luz ilumina los designios del cantábrico.
Seguimos junto a la valla y así es
imposible desviarse del camino correcto. Lo haremos hasta llegar al
cruce con la carretera asfaltada, ultimo escollo en la conquista del
faro de Cabo Billano.
Desde la carretera es un pequeño paseo
el que nos aguarda hasta los pies del faro, unos 800 metros y
habremos llegado. Si volvemos la vista hacia atrás según vayamos
avanzando en el asfalto veremos la hermosa silueta del camino por el
que hemos llegado hasta aquí.
Estamos a los pies del faro, en el Cabo
Billano. Un lugar muy especial, un saliente que fue elegido para
defender las tierras cantábricas de posibles invasores exteriores.
Justo aquí, donde hoy el elemento más llamativo es el propio faro,
se construyó una red de fortificaciones. Varios bunkers unidos por
túneles subterráneos, puestos de vigilancia, baterías e incluso un
cañón que todavía hoy, aunque inofensivo, apunta al mar.
Al observar la panorámica que nos
ofrece el enclave descubrimos el desconocido islote. La isla Billano
se asemeja al esqueleto fosilizado de viejo dragón que cuida el
cabo. Inhóspito y casi inaccesible para el ser humano, es morada de
gaviotas en busca de la tranquilidad necesaria para la cría.
Observamos por ultima vez el faro
blanco levantado en 1990. Su modernidad hizo que ya no fuese
necesaria la atención constante de una persona. Los cuidados de los
fareros ya no eran básicos para estas construcciones y por eso se
alza solitaria la torre de luz. No hay vivienda adosada como en otros
lugares, el faro de cabo Billano es autosuficiente.
Comenzamos el camino de regreso a la
playa de Astondo. Deshacemos nuestros pasos por la carretera y al
alcanzar el cruce por el que vinimos, obviamos el camino de ida y
seguimos por la carretera.
Menos de dos kilómetros nos separan
del arenal. Tras pasar por una Granja experimental que actúa como
centro de recuperación de fauna autóctona, nos desplazamos entre un
bosque de encinas y pinos y pastizales para el ganado.
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