BALMASEDA. LA 1ª VILLA DE BIZKAIA
Balmaseda cuenta ya con más de 800
años de vida desde que, en 1199, le fuese otorgado el titulo de
Villa.
Situada en en el viejo camino que unía
Castilla con el mar, era un punto estratégico en el pasó de
mercancías y Don Lope Sánchez de Mena, Señor de aquellas y otras
tierras en la Edad Media vio la oportunidad de aumentar el contenido
de sus arcas. Decidió para ello otorgar a Balmaseda el fuero de
Logroño y la fundó como Villa, siendo la primera de lo que hoy es
el territorio de Bizkaia. De esta manera toda persona que quisiese
introducir mercancías en la localidad (que contaba con un importante
mercado semanal) o simplemente pasar para seguir su camino hacia el
Mar Cantábrico, debía pagar una cantidad por hacerlo. Este hecho
acrecentó las arcas del señor pero también la de los vecinos de
Balmaseda. Florecieron las tabernas, negocios artesanos y demás.
Ahí comenzó la andadura de una
población que ha tenido bastante importancia en ciertos momentos
históricos.
Durante toda la Edad Media fue un
importante enclave, durante la invasión napoleónica las tropas
francesas pasaron por ahí arrasando la villa y durante la Guerra
Civil tuvieron lugar en sus inmediaciones varias escaramuzas y una
batallas en las faldas del monte Kolitza. En los años del franquismo
la actividad de los ferrocarriles fue muy relevante, destacando el Tren
de La Robla, que unía Bilbao y dicha localidad leonesa para
abastecer de carbón a los Altos Hornos de la margén izquierda. En
Balmaseda se instalaron los talleres del ferrocarril, lo que fue
causa de la inmigración de mano de obra de otras regiones, mientras
que en las décadas finales del sigloXX fue conocida como “Ciudad
del Mueble” por la gran cantidad de talleres con los que contaba y
la calidad de sus trabajos.
En los primeros años del XXI se ha
hecho importante gracias al turismo, destacando el buen estado de sus
calles y monumentos y los numerosos eventos que tienen lugar al cabo
del año.
De esos eventos destacan dos sobre el
resto; La Pasión Viviente que tiene lugar durante la Semana Santa
(una de las más conocidas del país), en la que vecinos de la villa
representan los ultimos acontecimientos de la vida de Jesucristo, y
el Mercado Medieval, en el que las calles de Balmaseda vuelven al
medievo gracias a los cuantiosos puestos de mercaderes, artesanos y
taberneros, amén de acróbatas, funambulistas y cómicos que
amenizan a los visitantes del mercado. Cada año, balmasedanos y
balmasedanas representan un episodio diferente de la historia de la
villa, dando así comienzo al Mercado Medieval.
La Plaza de San Severino es el centro
neurálgico y un buen lugar para comenzar la visita. En ella se
encuentran dos de los edificios más representativos, la iglesia de
San Severino, dedicada al patrón, y el Ayuntamiento. También podemos
observar varias viviendas que ya cuentan con muchos años en sus
muros.
La parroquia de San Severino fue
construido entre finales del siglo XIV y principios del XV. Se trata
de un templo gótico con dos portadas. La principal curiosamente es
más sencilla que la entrada lateral, contando con un bello rosetón
como elemento más llamativo. La entrada lateral más decorada y
trabajada, está presidida por la estatua del Salvador y es conocida
popularmente como “Los huequillos”. Si alzamos la mirada
apreciamos el campanario del siglo XVIII y de tres cuerpos a
diferentes anchos y con balconadas ornamentadas. También veremos en
lo alto del templo las estatuas de dos arcángeles.
El interior de la iglesia esta dividido
en tres naves abovedadas sostenidas por seis grandes columnas. En el
lado izquierdo se encuentran tres capillas de las que destaca la
Capilla del Santo Cristo, sufragada por Juan de Urrutia en 1545.
Alberga esta capilla un retablo plateresco de gran valor y
expresividad.
Junto a la iglesia se encuentra la Casa
Consistorial. Ubicada en un edificio del primer tercio del siglo
XVIII. Poco tiene ya que ver con el estilo de palacio Montañés que
era en origen.
Se trata de un edificio de tres plantas
con bella fachada de sillería. A mediados del siglo XIX se construyó
el piso superior, que no existía inicialmente. En la primera planta
se ven cinco balcones adintelados, sobre el central se encuentra el
escudo de la Villa. Pero si algo llama la atención del ayuntamiento
es su planta baja, sus soportales. Ocupan todo el bajo y se trata de
una construcción de arcos y columnas conocida por los balmasedanos
como “La Mezquita” por su parecido, salvando las distancias, con
el interior del templo musulmán de Córdoba.
Nos introducimos desde la plaza en el
casco antiguo por la calle correría. El centro histórico dispone
tres calles perpendiculares unidas por cantones transversales. En
esta calle nos topamos con el Palacio Urrutia, un palacio típico de
las familias pudientes de las vascongadas. Actualmente su interior ha
sido reformado y alberga viviendas privadas. Aún conserva el arco de
entrada a la, ya desaparecida, torre de Ahedo.
Siguiendo nuestro camino llegamos a la
plaza de los Fueros, que si bien hoy no tiene interés alguno, antaño
fue un lugar donde se realizaban festejos como corridas de toros.
Caminado en dirección oeste llegamos
al conocido como “Campo de las Monjas”, donde se encuentra el
antiguo convento de Santa Clara, hoy dividido en tres partes
diferentes. Una de esas partes son viviendas privadas, otra el Hotel
San Roque y la central, que antiguamente albergaba la iglesia del
convento, hoy es el “Centro de Interpretación de la Pasión
Viviente de Balmaseda”.
En dicho centro de interpretación se
podrán conocer diferentes aspectos del Vía Crucis Viviente de fama
internacional, que se representa año tras año durante la Semana
Santa. Cuenta con una exposición permanente con vestimentas, pasos y
demás elementos empleados en la representación. Está abierto
durante todo el año excepto en la propia Semana Santa, ya que, como
hemos dicho, las vestimentas y objetos del centro son las originales
y son empleados en esas fechas.
Volviendo sobre nuestros pasos, nos
acercamos a la orilla del río Cadagua para ver el bello puente
medieval que salva las aguas del río desde el siglo XV. El Puente de
La Muza, o Puente Viejo, es el mayor símbolo de Balmaseda. Se
construyó con la intención de servir de paso para quienes hacían
el camino de Castilla hacía el mar, y viceversa, durante la Edad
Media. Pero no era esa labor social su único propósito, sino que
también, al ser el único lugar por el que vadear el río portando
mercancías, se convirtió en el lugar idóneo para cobrar tributo a
quienes deseaban introducir esas mercancías en la villa y hacer
negocio con ellas.
No se trata de un puente convencional,
sino que se eleva de manera progresiva, alcanzando su cota más alta
sobre al arco de central de los tres con los que cuenta. En uno de
esos lados se alza el torreón que sirvió para el cobro de impuestos
aduaneros. Ese torreón era una de las puertas de la antigua muralla
que rodeaba a la villa, encontrándose en su frente los escudos de
España, Bizkaia, y Balmaseda.
Caminando de nuevo hacía la plaza de
San Severino llegamos a la remodelada Plaza de San Juan. A este
emplazamiento se le ha dado un uso más acorde a los tiempos que
corren, cambiando la utilidad original de sus edificios.
A su lado oeste se encuentra el Klaret
Antzokia, actual teatro y sala de cine. Antes de esta remodelación
era la iglesia de Sagrado Corazón de María, un templo neogótico
con rasgos orientalizantes del que destaca su cúpula. El nombre
actual del teatro se debe a la orden religiosa de los padres
Klaretianos, quienes habitaban el seminario.
En la parte este de la plaza se sitúa
la actual Casa de Cultura. En ella está la biblioteca municipal, una
moderna sala de conferencias y exposiciones y locales de asociaciones
deportivas y culturales. Hasta su reconversión fue uno de los
edificios del Colegio Público de Educación Primaria.
En la zona sur y unos pocos metros
fuera de la plaza está la antigua iglesia de San Juan del Moral,
actual sede del Museo de la Historia de la Villa.
Junto al museo parte una calle que nos
devolverá al punto de partida, la calle Martín Mendia, en honor a
uno de los vecinos más célebres de Balmaseda.
Caminando por esta calle y a pocos
metros de la Plaza de San Juan, nos topamos con el Palacio de
Horcasitas. Mandado construir por el Marqués de Buniel, pasó
posteriormente a manos de la familia Horcasitas (de quien conserva su
nombre) y más tarde a la administración pública, empleándolo esta
última como Aduana Real hasta 1841, fecha en que fueron suprimidas
las aduanas interiores en el Estado español. Actualmente se está
reformando para albergar un hotel y la nueva escuela de hostelería.
Calle abajo llegamos a la Plazuela del
Marqués de Legarda, donde se encuentra la sede oficial de Enkartur,
el organismo de turismo de la comarca de Las Encartaciones. Aquí se
encuentra el edificio que albergaba el antiguo hospital de
peregrinos.
1 comentario:
Precioso lugar y con mucho ambiente. Yo vivo cerca y voy mucho, me encanta.
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